domingo, 12 de diciembre de 2010

SORROWS & PAINS

Mi abuela tenía una vecina que se llamaba Angustias, que a su vez tenía una amiga que se llamaba Dolores. Como siempre iban juntas, nosotros las llamábamos "Sorrows" & "Pains" y pensábamos que eran dos personajes que no deberían faltar en funerales y velatorios. Llamarse Melitón, Seductora o Tránsito es un derecho constitucional que estamos perdiendo. Los nombres marcan mucho y dan personalidad. O mejor dicho: marcaban. Ahora todos los niños se llaman Pablo, Alejandro o Daniel; y todas las niñas María, Lucía o Ana. Eso está bien para un país ultracomunista en el que se pretenda anular al individuo, pero para un país democrático es una trampa mortal, que junto con la última y esperpéntica propuesta del gobierno de colocar los apellidos por orden alfabético, nos llevará dentro de unas pocas generaciones a llamarnos y apellidarnos todos igual. Entonces para distinguirnos nos tatuarán el número del DNI en el moflete derecho o nos rociarán con spray de colores según religión, sexo, procedencia o canal de TV favorito.





Si hubiéramos nacido tal día como hoy hace unas décadas, nuestros padres habrían tenido que elegir entre uno de los siguientes nombres del santoral, que asegurarían nuestra individualidad y originalidad frente a la masa, dotándonos de personalidad propia.

Para niña, las opciones habrían sido:
- Amonaria, que suena a enfermedad crónica y es aplicable a niña vulnerable y enfermiza.
- Eadburga, para una mujer mandona y con mala leche.
- Mercuria, que parece un nombre de otro planeta, y por lo tanto resulta aplicable a alguien con afán viajero y aventurero.

Para niño hay mucha más variedad:
- Bertolo Buonpedoni (éste es conveniente si el niño tiene gases)
- Conrado, que es un nombre adecuado para portero (de portal) o sereno.
- Corentino, que aunque suena a pegamento para la dentadura, parece hombre de buen corazón.
- Espiridión, que te da un subidón que no veas
- Finiano, que parece que ya está acabado antes de empezar
- Israel, que te impide, por tu nombre bonito, viajar a cualquier país árabe
- Jacobo, que cuanto más alto, más bobo
- Epimaquio, como el que salía en Barrio Sésamo
- Pío Bartosik, Simón Phan Dak Oah, Valarico o Vicelino...

En lugar del consabido: "Voy a invitar a mi cumple a Pablo, a Pablo García, a Pablo Simón y a Pablo Fernández", tendríamos el: "Mamá, que me ha pegado Valarico y Vicelino dice que Pío Bartosik ya no es amigo de Simón Phan Dak Oah... Calla, Corentino, y dile a Epimaquio que invite a Espiridión a su fiesta de cumpleaños".


1 comentario:

EL BRECHA dijo...

Pues aquí en el barrio, los nombres que se desmarcan de Alejandro, Lucía y compañía, es para entrar en la categoría calorro-yanki: Kevin, Denisse, Jennifer y demás.

Hay una escena urbana que llevaré eternamente en el cajón más cachondamente entrañable de la memoria. En un parquecico de estos de jugar los críos, había un pibe cuya madre debió considerar que los funambulismos de su retoño eran temerarios en exceso, le exigió poner fin a su rato de esparcimiento y acudir a su lado de inmediato. En vista de que el chaval remoloneaba y no estaba por la labor de acatar la orden, la madre se fue a por él,lo trincó por la pechera del jersey y mientras lo zarandeaba con una mano, con la otra blandía el puño en el aire gritándole: "Járrison, como te caigas te mato la cabeza"