lunes, 19 de mayo de 2008

El Fantasma de Casa Giulia





Casa Giulia es un magnífico palacete italiano del S.XVII, que se encuentra en la localidad de Trevi, Umbria. Desde hace unos años funciona como Agriturismo (nuestro turismo rural) y allí decidimos pasar unos días aprovechando unas minivacaciones.

Las habitaciones (sólamente tiene 7) han mantenido la esencia de la antigua mansión, con suelos de madera, frescos en las paredes y camas super altas (a alguna le hizo falta un reclinatorio para subirse). El desayuno se sirve en la Sala Colazioni (ver foto) y allí es donde tuvimos nuestros encuentros con el Más Allá.



Mientras nos pegábamos un atracón con bizcocho casero el primer día, una sombra ataviada con una especie de pijama en color blanco cruzó el salón a través de dos discretas puertas disimuladas en la pared. Solo dos personas contemplaron esta aparición y los demás nos reímos y no les prestamos mucha credibilidad, achacando su febril imaginación a los excesos de alcohol de la noche anterior.

Al día siguiente, ya todos estábamos más alerta ante cualquier posible movimiento entre las misteriosas puertas que conectaban los dos mundos. Nuestra espera tuvo su recompensa. Cuando finalizábamos el desayuno, el misterioso personaje volvió a realizar su recorrido. Todos lo vimos: era el fantasma de un hombre de mediana edad, pelo blanco, pijama del mismo color, que arrastraba los pies lánguidamente en su eterno vagar por este mundo. La emoción no podía ser mayor.¿Qué oscuro misterio se escondía detrás de todo aquello?

Ahí comenzaron las primeras especulaciones: mientras algunos defendían que se trataba del alma en pena de algún antepasado de la Signora Giulia (teoría difícil de demostrar porque la señora en cuestión, más vieja que Carracuca, seguro que era la primera de su estirpe), otros sugerían que se trataba de un amante secreto de la misma (teoría aún menos creíble, dada la avanzada edad de la sospechosa).

Nuestras preguntas se resolvieron el último día. Cuando sentados a la mesa esperábamos a los menos madrugadores, el fantasma apareció de nuevo. Esta vez no hizo su habitual recorrido, sino que rompiendo los designios de su eterno vagar, optó por sentarse en un rincón de la mesa sin dirigirnos ni un buongiorno. Era seguro: si no hablaba ERA un fantasma. Aunque por otra parte… nunca habíamos visto a un fantasma comer con semejante apetito. Quizás se trataba de una particularidad de los fantasmas de la región. Como mínimo era un hecho insólito y digno de Expediente X.

Finalmente, la incombustible parasicóloga Merceditas logró el objetivo de arrancarle unas palabras. El fantasma no solo consiguió emitir los sonidos inarticulados propios de su especie, sino que se lanzó y mantuvo con ella una conversación en español (señal inequívoca de posesión demoniaca).

Mientras los fantasmascépticos celebraban su triunfo con sus incontestables argumentos de que los fantasmas ni hablan ni comen, alguien sacó una foto para la posteridad.
El resultado es ES-PE-LUZ-NAN-TE…
La silla que se ve vacía era la ocupada en aquel momento por el fantasma…












2 comentarios:

psicoescéptica dijo...

en ocasiones.....
veo.......

muertos

Pájaro Chowi dijo...

En ocasiones... salto de rama en rama y observo comportamientos humanos realmente sorprendentes...