jueves, 23 de diciembre de 2010

PAMPURRIOS & JAMACUCOS

Los americanos siempre han hecho mucho mal a este país. Primero, al mundo rural, con esas plagas de langostas que fumigaban desde las avionetas espía para luego forrarse vendiendo plaguicidas made-in-masachusis; y luego con series como Urgencias y Dr. House, que además de derivar en otras series nacionales nocivas para la salud y el buen gusto (léase-hospital-central-varón-35 años-convulsiones-inconsciente-haperdidomuchasangre) han llevado a la población al ridiculismo extremo a la hora de describir sus achaques y enfermedades.

Dice mi amiga Merce, dotora horroris causa en midicina, que sus pacientes le describen los síntomas de forma tan clara, precisa y certera que muchas veces se ve obligada a acudir al vademecum o a Internet para saber de qué demonios le están hablando. Merce dice que a las cosas hay que llamarlas por su nombre: al pan, pan; al vino, vino; y a todos los cortocircuitos de cerebro, corazón, sistema nervioso, sistema linfático, sistema circulatorio o anti-sistema, pues eso: pampurrios o jamacucos. Que para qué nos sirve saber al común de los mortales que a fulanito le ha dado un rictus, una ambolia o un anurisma celebral; que nos basta con saber que se ha quedado patidifuso y que, si hay suerte recuperará y si no, pues no.



La gente no empezó a morir de cáncer hasta que se inventó la palabra, que bien mirada es fea como ella sola y da susto solo de nombrarla o escribirla. Antes la gente se moría de lo que cuadraba y, con los inteletuales y dotores, que tenían mucha listeza y estaban muy estudiaos, no se hablaba más que algunas palabras incónitas. Hoy vas al ambulatorio y si no sabes nombrar al menos una docena de antipiréticos, analgésicos y antibióticos, eres peor mirado que si no conoces a Belén Esteban. Viejecitos que en su infancia solo conocieron la palabra midicina, hablan ahora con soltura de electrocardiogramas – used-to-be alambrao con las corrientes eléctricas -; y en lugar de huir como alma que lleva Judas ante los rayos X, nos encontramos haciendo cola de tres meses y durmiendo en la calle para conseguir una tomografía o una ecografía en siete dimensiones y con música porque esta es la mejor de todas y la más cara y yo me lo puedo permitir y el niño ya sale saludando a sus papás y te lo graban en DVD.

Y no hablemos ya de enfermedades psíquicas, que ahora son las que más de moda están. El loco, el chiflado, el tarado de toda la vida, se ha convertido en un psicópata con rasgos esquizoides, un paranoico, un esquizofrénico, un bipolar o sabe-dios-cuantas-cosas-más que puede diagnosticar hasta la frutera mientras pesa los limones y te pone cuarto y mitad de calabacín: "Cuatro, cinco, por aquí y has oido, ya que sale el tema, lo de tu vecino, el pobre, que se ha vuelto paranoico así de la noche a la mañana, que dicen por ahí que tiene un germen de familia que ya le provocó a su padre demencia testil".

Cómo no van a estar colapsados los centros de salud, los ambulatorios, los hospitales, las salas de urgencias y los disfraces de enfermera calentuca en los sex-shops. Si no vas al médico no eres persona. Eres un don-nadie. Peor aún, eres un sano. Un raro. Si no alternas por los pasillos de medicina interna, hablando con autoridad del tono y dureza de deposiciones con propios y extraños, simplemente no existes. Ya no te vale estar baldao cuando te duele la espalda. Ahora tienes escoliosis, hernia fiscal o lumbalgia, y en lugar de guardar cama y no coger pesos, te mandan a rehabilitación, a fisioterapia, al quirófano o a un concierto chill-out de Enya o Mike Oldfield. Las simples infeciones a los intestinis, reciben, por obra y gracia de esta moda, nombres perversos que duelen mucho más y nos obligan a coger la baja por depresión. Que eso también es un must para no ser un pringao. Que te deja la novia, depresión. Que te sale un grano, depresión. Que te echan del curro, depresión. Que pierde el Madrid, depresión. Y pastillas a tutiplén. Cuantos más colores mejor. Y luego te compras una de esas cajitas tan monas que ponen lunes-martes- miércoles… etc, y un día a la semana, mientras dura la publicidad de House, te vas haciendo una composición digna del Guguenjain o de la cocina del Bulli.

Estas navidades, propongo que reivindiquemos las enfermedades de siempre y las muertes como Dios manda. Propongo que si hay que morirse, nos muramos sanos sanitos, simplemente porque se nos agote la sangre o porque nos vayamos yendo a tisis, disolviéndonos poco a poco y quedemos como un pajarín; y de no morir sanos y de viejos, pues que sea radical, de siguida, de golpe y porrazo. Basta ya de seguir haciéndole más agujeros a la Seguridad Social con nuestros mocos y toses, que esa señora está para otra cosa y también tiene derecho a descansar. Si tienes un catarro, miel con limón, mucha cama y sudor de pecho ajeno, y si tienes algo más grave, encomiéndate al Santo Niño Doctor de los Enfermos, trágate todos los especiales de Nochevieja seguidos, junto con sus reposiciones el día después, y ves despidiéndote de tu familia, preparando el funeral y llamando al CSI para la autopsia, que uno nunca sabe y, a lo mejor, no te has muerto de asco, sino que te han asesinado los americanos malandrines...

Salud, camaradas.

2 comentarios:

Gonzalo de Suárez dijo...

Es que a las consultas de los ambulatorios se va a cotillear,con los vecinos/as, y sacar midicinas pa tiralas al rio,tienes razón compañera, con todas esas series de hospitales y doctores nos estamos especializando en MIDICINA.

jos dijo...

genial